Cuando una persona debe enfrentar su propia mortalidad, un remolino de sentimientos la envuelve. Los sacerdotes y laicos del Servicio Sacerdotal de Urgencia de Tucumán son testigos cada día de las historias más dolorosas y emotivas.

"Cuando estamos conscientes de nuestra mortalidad, tenemos la oportunidad de arreglar relaciones. Somos propensos a perdonar y a pedir perdón, y estamos más dispuestos a abrazar a personas que realmente amamos y decirle lo mucho que nos importan. Creo que es aquí donde Dios interviene, está presente en el amor y la preocupación de la gente", cuenta Héctor Varela, quien dirige el Servicio "Iglesia de Noche". Funciona en Tucumán hace 55 años y es la sede más activa del país, con un promedio diario de 8 atenciones diarias. "Siempre es bueno arrepentirse de lo malo que hemos obrado. Esto nos permite recuperar la reconciliación con Dios y con la Iglesia. Pero para que sea posible el perdón es necesario reconocer el pecado", explica, y remarca que en general las familias esperan hasta último momento para solicitar la Unción de los Enfermos. Y a veces es demasiado tarde.